La Nación: Cómo evitar el deterioro cognitivo y preservar la memoria en la tercera edad
31/03/2025
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La acumulación de desechos neuronales puede impedir un buen funcionamiento de las regiones donde se almacenan los recuerdos; un estudio encontró la fórmula para prevenirlo
El desgaste cognitivo es un hecho que les sucede a todas las personas a medida que envejecen. Poco a poco, los recuerdos se desvanecen y se vuelve imposible recordar experiencias pasadas de forma nítida. Algunas de las causas de este fenómeno se deben a la acumulación de residuos neuronales, que pueden impedir el correcto funcionamiento del cerebro. Por este motivo, un equipo de científicos encontró una fórmula para proteger la memoria desde la adultez hasta la tercera edad.Las investigaciones en torno al cerebro y a las regiones encargadas de almacenar los recuerdos —el lóbulo frontal y el hipocampo— ganaron terreno en las últimas dos décadas, periodo en el cual el interés científico se centró en cómo prevenir el desgaste neurodegenerativo a través de ejercicios y una alimentación saludable.La memoria, una función fundamental para el ser humano, le permite sobrevivir en diferentes entornos, ya que allí se almacenan las experiencias necesarias para resolver problemas de manera efectiva. Por lo tanto, cuando comienza a fallar, se convierte en un riesgo.En este contexto, científicos de la Universidad de Washington en San Luis, Estados Unidos, estudiaron en ratones adultos cómo respondían las células cerebrales ante ciertos estímulos, con el objetivo de entender si al dilatar los vasos sanguíneos, esto favorecería la irrigación de las neuronas y provocaría una mejora en la memoria.A medida que pasa el tiempo, los vasos sanguíneos bombean menos sangre, lo que impide un flujo constante y, en consecuencia, afecta negativamente al hipocampo y al lóbulo frontal, ya que esto dificulta la correcta eliminación de los desechos.Tras descubrir que la clave está en una buena irrigación, los expertos señalaron que los medicamentos convencionales para rejuvenecer los vasos sanguíneos aún no lograron atravesar la barrera hematoencefálica. Sin embargo, con la prueba realizada en ratones adultos, la respuesta podría residir en la implementación de un tratamiento que dilate los conductos por donde ingresa la sangre.El estudioEl experimento consistió en colocar a ratones ancianos en una caja con varios bastones negros. Luego de que los roedores jugaran con ellos, los retiraron. Al día siguiente, volvieron a introducir los mismos objetos, pero esta vez agregaron triángulos de un color distinto.Al disponer de dos tipos de “juguetes”, los animales pasaron tiempo explorando ambos. Sin embargo, al tercer día, los científicos mejoraron los vasos linfáticos de algunos ratones y, al repetir la evaluación, estos se dirigieron directamente a los nuevos objetos, sin prestar demasiada atención a los que ya conocían. En cambio, el grupo B, que no recibió tratamiento para mejorar su irrigación sanguínea, dedicó varios minutos a explorar todas las figuras geométricas insertadas en la jaula.“La barrera hematoencefálica dificulta la eficacia de las terapias para trastornos neurológicos. Al actuar sobre una red de vasos sanguíneos extraencefálicos, crucial para la salud cerebral, observamos mejoras cognitivas en ratones, lo que abre la puerta al desarrollo de terapias más efectivas para prevenir o retrasar el deterioro cognitivo”, señaló Jonathan Kipnis, profesor de Patología, Inmunología e investigador del BJC en Washington University Medicine.Hace diez años, Kipnis descubrió que tanto en ratones como en humanos existe una red de vasos que rodea el cerebro, conocida como vasos linfáticos meníngeos. Esta es capaz de drenar los desechos y líquidos hacia los ganglios linfáticos, donde se encuentran distintas células del sistema inmunitario, encargadas de detectar signos de infección o afección.Con el paso del tiempo, esta red pierde eficiencia debido al desgaste natural o a la influencia de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.Cuando el sistema linfático está demasiado deteriorado, los desechos se acumulan y la carga recae sobre las células inmunitarias que residen en el cerebro, llamadas microglía. Gracias a recientes investigaciones, Kipnis descubrió que estas células emiten una “señal de socorro” al producir una proteína inmunitaria llamada interleucina 6 (IL-6).Al analizar el estado cerebral de los ratones con presencia de esta proteína en distintas regiones, detectaron un desequilibrio en el tipo de señales que recibían las neuronas circundantes.“Quizás no podamos revitalizar las neuronas, pero sí asegurar su funcionamiento óptimo mediante la modulación de los vasos linfáticos meníngeos”, concluyó Jonathan Kipnis.
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